Texto y Fotos de Adrian MUÑOZ
No importa con qué alineación se presente, lo cierto es que Whitesnake es el verdadero ejemplo de lo que es una banda de rock. Poder, entusiasmo, carisma, coquetería, sensualidad y mucho talento es lo que seis personas derrochan en el escenario y así lo demostraron. Aproximadamente cuatro mil personas se instalaron en el recinto para disfrutar de una noche llena de nostalgia y cómo no serlo si la banda está a nada de festejar cuarenta años de trayectoria y pese a eso, siguen rockeando como sólo los grandes.
Los ingleses comandados por David Coverdale, quien se mostró sutil y con una energía que muchos quisieran, demostró una vez más, el por qué sigue siendo uno de los vocalistas más reconocidos en todo el mundo, aunque en nuestro país sean pocos los que asistan a verlo. Al inicio lució una camisa blanca con los colores de México y al centro, el escudo muy adecuado, el símbolo de Whitesnake. Posteriormente la cambió por una de color negro que en la espalda mostraba el lema Make Some F@ckin’ Noise, como alertando a su fiel público a gritar cada vez que la mostraba.
Cada uno de los músicos dio cátedra de lo que en su instrumento se puede hacer, desde la voz de Coverdale, misma que lució espléndida, hasta la batería de Tommy Aldridge, quien remató con un solo que dio (literalmente) miedo e hizo enloquecer a casi todos los asistentes. Muchos le gritaban (en el buen sentido) “enfermo”.
Otro de los que ofreció una cátedra sería Robert Beach, quien además pertenece a Winger y aunque su solo de guitarra fue muy básico, demostró que es una pieza importante en la banda desde hace quince años. En cuanto a Joe Hoekstra, un veterano de las seis cuerdas y quien durante todo el concierto estuvo posicionándose y demostrando que no sólo es talento, si no también mucha actuación lo que un buen músico debe tener. Su paso por bandas como Night Ranger, JSS y Tran Siberian Orchestra, entre otras, no es casualidad.
Por su parte, Michael Devin y Michele Luppi, bajo y teclados respectivamente, dieron lo mejor de sí para hacer que el concierto tuviera una base sólida y concisa. Mucho poder de ambos músicos. El americano Devin, quien ha incursionado con Lynch Mob y Jason Bonham’s LZE, tuvo su momento de gloria durante algunos instantes cuando fue presentado para actuar solo. El de más reciente ingreso, Luppi, no es nuevo en los escenarios, anteriormente perteneció a Vision Divine y Los Angeles, entre otros. Armonizó cada una de las canciones, sobre todo las más esperadas por los asistentes.
Así, en conjunto ofrecieron un espectacular concierto que duró poco más de noventa minutos, que fueron suficientes para deleitar a más de cuatro mil personas. No eran necesarios más temas, interpretaron los más representativos. Whitesnake se fue contento con el recibimiento en nuestro país. Su cuarta visita ha sido nuevamente un éxito. Sobra decir que el público salió extasiado.