El Museo Picasso Málaga recibe la obra fotográfica de Dennis Hopper, un legado de los años sesenta y que con más de ciento cuarenta imágenes dejará huella de su visita y estancia en este importante recinto.
Por Maria E. BELTRÁN M. / © The Dennis Hopper Art Trust Courtesy The Dennis Hopper Art Trust
Málaga, España.- Un total de 141 imágenes del legado fotográfico de Dennis Hopper realizadas en su mayoría durante los años sesenta; obras de Andy Warhol, Roy Lichtenstein, Vlaes Oldenburg o Ed Ruscha; materiales documentales, cine y música conforman la exposición Dennis Hopper, En el Camino, que se exhibe en el Museo Picasso Málaga hasta el mes de septiembre del 2013.
La curaduría es de José Lebrero Stals, director artístico del Museo Picasso Málaga, de la obra indica que el visitante podrá observar el trabajo de Hopper “como si fueran los capítulos de una narración sobre los ámbitos de interés del fotógrafo americano durante los sesenta: la carretera, las superficies abstractas, las celebridades, la moda, los rodajes o la publicidad callejera”.
En el camino, incluye una selección de extractos de sus películas, hechas por la Cinémathéque Française, así como la proyección de tres pruebas cinematográficas que hizo el artista Warhol en 1964. También se exhiben un conjunto de carteles de películas en las que Hopper participó además de materiales documentales como fotografías de otros autores, libros, revistas y discos que contribuyen a dar un panorama amplio sobre la época cultural entorno de la obra que se presenta en la ciudad del Sol.
El visitante al estar en la sala del museo se encontrará además con documentos y escuchará la banda sonora con temas de James Brown, Ike & Tina Turner, The Bryds y Neil Young, entre otros.
Esta exposición, en la que intervino la hija de Hopper, cautiva por descubrir los personajes que encierra cada escena. En algunas están plasmadas las estrellas de Hollywood y otras llaman la atención por el paisaje como los rostros de pobladores; otras descubren el ingenio de Hopper y su gusto por disparar la cámara.
El artista americano en alguna entrevista indicó sobre su afición a la fotografía que “siempre fui un fotógrafo nervioso. Si no había nada que fotografiar, empezaba a disparar a lo que fuera, especialmente cuando iba en coche de un sitio a otro, por la ventanilla, porque lo hacía de un modo compulsivo”.
Nacido en un pequeño pueblo de Kansas, en Dodge City, Dennis Hopper se convierte pronto en una joven promesa del cine para entrar también pronto en la lista negra de los productores por su carácter rebelde y su talante individualista. Su formación comenzó siendo un niño. Aproximadamente a los nueve años, Dennis Hopper recibía lecciones de arte en la Nelson Art Gallery de Kansas City, donde también se impartían clases de interpretación. Cuando recién cumplía los veinte, había participado en dos películas de gran éxito mediático; Al este del Edén (1955) y Gigante (1956). En estos rodajes conoció a James Dean, quien le aconsejó hacer uso de la fotografía –a la que ya era aficionado— como práctica previa para la composición de encuadres cinematográficos, “porque seguramente algún día querrás dirigir películas y no puedes recortar una película, así que tienes que aprender a hacer un encuadre completo, un negativo completo”, le dijo el actor.
Respecto a su carrera Lebrero explica que “Hopper conoce a lo largo de su trayectoria las mieles y las hieles de Hollywood. Trabaja con Nicholas Ray, Francis Ford Coppola o David Lynch y durante los años sesenta participa de la nueva vida cultural en Londres, Nueva York o Los Angeles. Fotografía a sus amigos y a sus compañeros de viaje, actores como Paul Newman, Jane Fonda o Bill Cosby; artistas como Marcel Duchamp, Andy Warhol, Roy Lichtenstein y Claes Oldenburg; músicos como Ike y Tina Turner, Neil Young y The Byrds y activistas y escritores como Martin Luther King, Allen Ginsberg o Timothy Leary, entre muchos otros.
“La industria del cine norteamericano ha sido durante el siglo XX una vía rápida de acceso al éxito y al reconocimiento de jóvenes tan encantadores como anónimos en una nueva sociedad burguesa y por ello, en ocasiones un camino convulso de consecuencias dramáticas y funestas para las más frágiles de sus estrellas. El estado dorado por excelencia era California y Hollywood se aplicó en retratarla como un lugar mágico de veranos interminables y promesas de bienestar. En ese contexto se estrena en 1955 Rebelde Sin Causa, que incluye en su reparto a un desconocido Dennis Hopper de dieciocho años. Celebra su encuentro con el mito James Dean. La película que hará visible el incipiente aura cinematográfica de Hopper, está basada en el ensayo The Hypnoanalysis of the Criminal Psychopath, escrito por el psiquiatra Robert M. Lindner en 1944”.
En 1969 Dennis Hopper dirige Easy Rider, Buscando mi destino, que también protagoniza junto a Peter Fonda y Jack Nicholson. De presupuesto modesto, esta road movie en la que dos moteros cruzan Estados Unidos resume la esencia del espíritu de la llamada contracultura de los años sesenta, del rechazo a los valores establecidos, de la radical reivindicación libertaria. Con música de los grupos The Byrds y Jimi Hendrix, la cinta se convierte inmediatamente en un éxito, en una obra de culto que de algún modo señala la conclusión estética de la primera época de Hopper como fotógrafo y el fin de una época intensa y esencial para comprender algunas de las claves culturales de Norteamérica en la segunda mitad del siglo XX.
En si la exposición tiene mucho para descubrir en lo artístico como en la historia del cine americano de los años sesenta, además de los aspectos sociales que se encuentran en ella.