Entre los asistentes se encontraban familias que compartieron sus anécdotas con sus hijos, y parejas que bailaron al escuchar el tema La culpa fue del cha cha cha.
Jaime agradeció la presencia del público que no paró de mostrarle su cariño con ovaciones y aplausos. Respecto a los músicos organizadores del teatro explican que en los en los teclados, melódica y percusión estuvo Esteban Hirschfeld, fundador de los uruguayos Mockers, teclista de la primera banda de Sergio Makaroff, cabeza visible junto a Manolo García de Los Rápidos, complemento de Nacha Pop en los ochenta y fiel escudero de Urrutia desde que Gabinete Caligari grabaran su tercer disco, Al calor del amor en un bar. De las guitarras se encarga Juan Carlos Sotos, pura historia del rock levantino desde La Rocka, con quienes grabó dos álbumes y llegó a telonear a Simple Minds. En las cuatro cuerdas, otra cara conocida de la música más rotunda de los ochenta capitalinos, Juan Luis Ambite, bajista de Los Pistones y también célebre por llevar a Julieta Serrano a lomos de su Harley en Mujeres Al Borde De Un Ataque De Nervios. Javier Sevilla a las baquetas completa la formación de Los Corsarios. “Hablar de Jaime Urrutia es hacerlo de la historia de la música de nuestro país. El madrileño es un músico de especial sensibilidad que sabe captar la idiosincrasia de la vida y que ha dejado huella en el rock en castellano desde su paso por los seminales Ejecutivos Agresivos hasta su consagración en Gabinete Caligari.
En los primeros coincidió con Poch, líder de los inclasificables Derribos Arias; Carlos Entrena, que formó los siniestros Décima Víctima, y Paco Trinidad, artífice de la disquera Grabaciones Accidentales. En 1981 forma con el bajista Ferni Presas y el baterista Edi Clavo uno de los tríos más influyentes de la década, unos Gabinete Caligari que comenzaron por las sendas del after-punk estilo The Cure, Bauhaus y Joy Division con temas como Olor a carne quemada, Cómo perdimos Berlín, Golpes o Grado 33 y que pronto encontró un lenguaje propio con el viraje cañí de Que Dios reparta suerte o Sangre española, en el que añadían ritmos de pasodoble a su genética rockera”.
Sin duda alguna Jaime ofreció una noche que sus fans no olvidarán.