Por Rogelio MATAMOROS
El regreso a los escenarios mexicanos por parte del cantautor canadiense fue tan rápido (con respecto a su última vez), que con ello sólo se viene a confirmar la gran admiración que por acá se le rinde a este músico extraordinario.
Ante un auditorio completamente lleno y tras la breve participación de Eblen Macari como artista invitado, ya con la banda de Vanelli sobre el escenario, lo primero que se pudo constatar fue lo extraordinario de la acústica en el lugar. Pues como se había anunciado durante la rueda de prensa previa al concierto, para esta noche se contaría con una sonorización especialmente calculada y diseñada por la marca Bose, con lo que de entrada el escenario técnico ya fue un placer instantáneo.
Y desde su entrada al escenario, Gino Vanelli hizo gala de unas cualidades vocales prodigiosas, (intactas por su recorrido terrenal a lo largo de ya 67 años), y un desempeño escénico implacable. Y entre canciones, el elocuente diálogo que mantiene con el público para describir el entorno de creación de las mismas o tan sólo para presentarlas, hace que la audiencia se sienta de verdad arropada por una auténtica velada de melomanía y nostalgia.
El público de esta noche se conformó obviamente por adultos que fácilmente superan las cinco décadas de edad, lo cual se reflejó en la forma de atención con la que disfrutaron del recital. Pues mientras la emoción de los vitoreos y los aplausos estuvo siempre presente, también fue notorio el casi nulo interés por perder el tiempo con el teléfono celular en lo alto como herramienta de testificación social.
En una de tantas pláticas, Vanelli comentó que esta era la última presentación de la gira promocional de Wilderness Road (su más reciente trabajo discográfico), tras la cual regresaría a casa par a descansar por un tiempo y que entonces comenzaría a trabajar en un nuevo álbum. De tal forma durante la noche interpretó algunos temas de este trabajo como Ghost Train y Wilderness Road y también regaló la oportunidad de escuchar por primera vez en vivo la interpretación de El Camino del Perdón, que es la versión en español de Road To Redemption, para la cual trabajó en colaboración con el argentino Alejandro Lerner.
De tal forma también se disfrutó de los clásicos que durante la década de los setentas lo convirtieron en el máximo representante de esa peculiar categoría, conformada por elementos de pop, rock, jazz y funk, con lo que seguramente Vanelli fue el principal responsable de que varias de las parejas que acudieron esta noche lo hicieran acompañadas de sus hijos. Y en el recorrido también escuchamos himnos como Appaloosa y I Just Wanna Stop.
Tampoco podía faltar el que resultó ser su mayor éxito comercial a mediados de la década de los ochentas, Black Cars. Y como el final habría de ser apoteósico, para ello reservó el más icónico de sus temas, People Gotta Move.
Y fue así como Gino Vanelli vino a refrendar la poca confianza que quedaba, de que aun existen actos que invitan a disfrutar de la música en plenitud y con éxtasis. Y el público se lo agradeció.
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