Peter Murphy logró su cometido en plena época mundialista y conquistó con su presentación en el Teatro Metropolitan. Sus seguidores corearon los temas más sobresalientes de su carrera y él lució con una voz espléndida.
Por Rogelio MATAMOROS
Cuando el décimo disco como solista de Peter Murphy, Lion, fue lanzado hace poco más de un mes, la recepción que se le dio no fue del todo benévola. El clamor popular dejó ver que al menos a buena parte de sus seguidores, el disco les pareció muy estridente y en consecuencia la voz de Murphy suena innecesariamente agresiva. Y sin que generemos polémica acerca de si esta tendencia musical es buena o mala, digamos que al menos no cabe duda de que es lo que uno menos esperaría del “vampiro mayor”. Porque nos guste o no (a nosotros y a él), el estigma de la imagen vampírica es uno que, como a Bela Lugosi, lo acompañará hasta la muerte.
De tal forma, esta (ya no recordamos con exactitud qué número de visita a México es) presentación de Murphy en el Teatro Metropolitan de la ciudad de México, desde que se anunció se vio un tanto desatendida y ahora que la fecha del concierto llegó, las cosas no cambiaron mucho. La audiencia fue poco nutrida, pero gracias a un generoso reacomodo de último momento de los boletos expedidos, finalmente ante Murphy y su banda se congregó una multitud lo suficientemente vistosa y emotiva para esta celebración.
Directo de Los Angeles, The New Direction fue la banda seleccionada para abrir esta presentación y como suele suceder en estos casos, ellos mismos se presentaron ya estando sobre el escenario, ante el desconocimiento total por parte del público.
Finalmente Peter Murphy se hizo presente en medio de las condiciones más elementales, para poner a prueba el talento de cualquier artista. Un escenario común y corriente y con iluminación también común y corriente, pero no por eso poco eficiente. Y si bien nadie dudaba que el británico contara con las credenciales y la capacidad escénica suficientes a esta altura del partido, lo cierto es que sí fueron muchas las bocas que cerró en esta ocasión.
Obviamente esta gira corresponde a la promoción de Lion y tal y como se esperaba, de esta grabación interpretó cinco canciones “Hang Up”, “Low Tar Stars”, “Eliza”, “Holy Clown” y “Lion”. Al igual que en el disco, sonaron fuerte y hasta pesadas. Pero Murphy no cayó en el reto de cantarlas tan alto como lo hizo al grabarlo (lo cual declaró recientemente, que era su principal preocupación para el momento de interpretarlas en vivo). Esta noche su voz retumbó como sabemos que lo puede hacer y aunque probablemente se apoyó en algún recurso tecnológico, pudimos certificar que aún hay vampiro para rato.
Al menos sobre el escenario a Murphy lo acompañaron sólo un guitarrista, un bajista y un baterista y él eventualmente tomó una guitarra acústica, su tradicional melódica y los teclados.
Aparte de las composiciones recientes que ya mencionamos, el resto del set para esa noche se conformó en su mayoría por temas de su carrera como solista, incluyendo elementales como “Deep Ocean Vast Sea”, la (como siempre) monumental “A Strange Kind Of Love”, la infaltable y celebrada “Cut´s You Up” y la enigmática “Subway”. De la banda epítome del movimiento gótico, que junto con Daniel Ash, David J y Kevin Haskins tuvo a bien conformar hace ya más de treinta y cinco años, solamente interpretó un par con sobrada calidad, “Silent Hedges” y “She´s In Parties”.
Solamente un encore y la solidez de un acto de escasos noventa minutos sobre el escenario, conformaron el programa de esta ocasión. Pero esa noche atinadamente Peter Murphy optó por revitalizarse así mismo y a su música, con un concepto de gran energía; seguramente producto de la sangre de sus jóvenes músicos (a quienes según aseguran los asistentes de las primeras filas, se les alcanzaba a ver un par de incisiones en el cuello).
Y con ese sabor de sangre en la boca, se terminó el recital, esperando que Peter Murphy repita su fórmula del año pasado y regrese en unos cuantos meses a presentarse nuevamente en esta ciudad.
