ROGER WATERS: CONGREGA A MÁS DE 200 MIL EN EL ZÓCALO

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ROGER WATERS

Roger Waters deja la ciudad de México no sin antes ofrecer un espectacular show en el Zócalo. Más de 200 mil personas reunidas bajo un mismo fin y quienes aplaudieron esta hazaña, muy pocas veces logradas, misma que difícilmente será superada.

Texto y Fotos de Rogelio MATAMOROS

ROGER WATERS
El inglés conmovió nuevamente con su mensaje al presidente.

Cuando el rumor dejó de serlo, se sabía que Roger Waters (el genio mayoritario detrás de la obra de Pink Floyd) estaría presente en el Zócalo; algún sacrificio habría de costar. De tal forma los requisitos para esta cita eran unos zapatos ligeros y cómodos e impermeable, o en el mejor de los casos, la firme disposición a mojarse con la amenazante tormenta que se había pronosticado.

Ese día todos los accesos y vialidades hacia la Plaza Mayor se vieron congestionados desde temprana hora. Avenidas como la Juárez y posteriormente 5 de Mayo, tramo en que la multitud avanzaba con prisa para poder ingresar al recinto, se veían totalmente abarrotadas. Al llegar a la calle de La Palma el acceso era impedido por policías y granaderos, quienes se limitaron a no responder; pero como la corriente de gente llevaba hacia el sur por 16 De Septiembre, los asistentes se dejaron llevar hasta 20 de Noviembre, con lo que miles de personas celebraron victoriosos por algunos momentos, pues a una cuadra de la acondicionada explanada, una nueva barricada los recibiría y con altavoces informaban que la Plaza De La Constitución se encontraba a su máxima capacidad.

Muchos se quedaban a discutir con los guardias de seguridad, los cuales ferozmente vociferaban “Ya está lleno!”. Así, sin brindar opciones. Mientras tanto otros optaron por continuar la caminata hacia la entrada por Corregidora, la cual veía pasar a muchos trabajadores carrereados cargando vallas para comenzar a cerrar el acceso. Pero algunos fueron más astutos y lograron ingresar en la privilegiada zona mexicocitadina, sede del esperado concierto de Roger Waters.

A las siete de la noche el ambiente de tranquilidad reinaba entre la multitud, a pesar de que durante varios minutos se escuchó la algarabía proveniente de la Avenida 20 De Noviembre, la cual posteriormente se supo que terminó en una entrada estrepitosa cual estampida, por parte de varios rijosos.

Todavía con luz de día se alcanzó a apreciar que la producción dispuesta era la misma que se había desplegado para sus presentaciones en el Foro Sol, algunos días atrás. Mientras agradablemente se disfrutaba de una selección musical dividida entre Aerosmith y Cheap Trick, además de contar con un cielo espectacular.

A las 20:40 hrs la música se interrumpió abruptamente y por el espectacular sistema de sonido cuadrafónico (característico de los conciertos de Pink Floyd y Waters), se comenzó a escuchar el sonido de unas turbinas, al mismo tiempo que por la gigantesca pantalla que ocultó a la Catedral Metropolitana, todo comenzó a ser parte de un alunizaje en absoluta y espectacular alta definición. Exactamente veinte minutos después el viaje sideral dio inicio tal y como ha sido a través de los años con la ayuda de Dark Side Of The Moon. “Breath” sonó tan conmovedora como la primera vez .

El sonido, las luces, el escenario, la tecnología y todo lo que dependía de la mano del hombre (de los humanos pues), era no perfecto si no impresionante. Y en ese momento comenzó a llover.

La fuerte lluvia sería compañeroa por noventa minutos pero a nadie le importó. Repentinamente los “secres” de la banda armaron apresuradamente una carpa (aunque había otras desde el inicio del concierto), para proteger algunos instrumentos sobre el escenario.

La titánica empresa de seleccionar las “mejores canciones de Pink Floyd” para esta gira, fue librada entre de manera obvia e inteligente por el protagonista de la noche, satisfaciendo totalmente al monstruo de las más de 200 mil cabezas que en ese momento se encontraba ya totalmente extasiado.

Los saltos cuánticos por los que nos llevó el capitán Waters, entre Dark Side Of The Moon y Meedle, sólo para empezar pudieron causar un infarto. Su decisión de interpretar temas que nunca había considerado como One Of This Days y Fearless, remuneraron el alto precio del boleto (sí, léase tal cual), que se había pagado.

La vida que cobra el sencillo escenario (considerando que se trata de sólo una pantalla), durante cada canción, va de los efectos psicotrópicos (quién se iba a imaginar presenciar en pantalla gigante el forjado de un carrujo ante el Palacio Nacional, el edificio de Gobierno y la Catedral Metropolitana!), hasta la deslumbrante recreación de la planta eléctrica de Battersea que ilustra el trabajo de portada del disco Animals, o la escenificación en 3D (a base de rayos láser), de la portada de Dark Side of The Moon. Roger Waters no olvida que en compañía de su vieja banda, se encargó de procurar al público de sus conciertos con una experiencia multisensorial y siempre innovadora.

Desde una sola canción hasta varias de una misma obra, Waters y su banda (conformada por diversos músicos los cuales han participado con varios de sus integrantes e incluso Pink Floyd), pasaron lista a “Saucerful Of Secrets”, “Meedle”, “Dark Side Of The Moon”, “Wish You Were Here”, “Animals” y “The Wall”. Seguramente para cualquiera de los asistentes de esa noche, alguna o muchas fibras fueron sensiblemente tocadas a través de esta música universal.

Del discurso político que Waters vertió durante esta gira por México, se han encargado de hablar quienes más han tenido que decir. Sin embargo la relevancia de su patada al avispero fue contundente en ambos lados del muro y la verdad incomodó en muchos niveles.

Musical y tecnológicamente este fue un evento perfecto. Emocionalmente fue un momento único e irrepetible.

Este tipo de eventos están en grave peligro de extinción y ausentarse de ellos es un error con poca posibilidad de resarcir, especialmente cuando se desaprovechan de manera deliberada. El rock es uno de los privilegios del siglo XX y no todos forman parte de la historia que de él se continúa escribiendo. Ojalá que este sea el capítulo más largo de todos.

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