THE WINERY DOGS: ENGALANAN MAGISTRALMENTE EL PLAZA

THE WINERY DOGS

The Winery Dogs logra un suceso insospechado en su presentación en el Plaza Condesa. Noche apta para la reunión de amigos en la que la decoración y la música provenían de tres virtuosos, tres monstruos, tres perros de vinatería.

Texto y Fotos de Rogelio MATAMOROS

¿Por qué han pasado tres malditos años desde que nació la banda y no habíamos venido a tocar a la ciudad de México? Éste fue el primer comentario que espetó Mike Portnoy, luego de dos canciones interpretadas por The Winery Dogs la noche del martes ante un repleto Plaza Condesa. Y efectivamente este debut en México de la superbanda fue un poco tardío, para un público que sin embargo ya les es bastante familiar a estos tres perros de vinatería. Billy Sheehan ha pisado nuestros escenarios en varias ocasiones acompañando a Steve Vai; Richie Kotzen también se ha presentado con su banda como solista y Portnoy es quien está por “recibir” la residencia mexicana, pues sus visitas por año son diversas al lado de múltiples bandas y proyectos, entre ellos Dream Theater y Metal Allegiance.

THE WINERY DOGS
Virtuosismo a gran escala por tres monstruos del rock.
El expertise que estos tres derrocharon sobre el escenario calló las voces que intentan demeritar a los virtuosos con la declaratoria de que el rock no es campo de competencias. Sin embargo cuando su ejecución se engalana con años de trayectoria y nutridos catálogos musicales a sus espaldas, es todo un honor apreciar a auténticos atletas del rock con indiscutible nivel de oro.

Con apenas dos discos grabados bajo este logo, pero tres años de compartir escenarios por todo el mundo, The Winery Dogs mostraron sus credenciales dejando perplejos a los asistentes desde el momento en que tomaron el escenario. Intercalando material de ambas producciones, la destreza de los músicos y su calidad interpretativa demostró que su trabajo como compositores tiene mucho que decir, lejos de limitar sus posibilidades a exhibirse en clínicas o eternos solos a velocidades inauditas.

El primer solo de la noche fue en la batería, Portnoy incluso abandonó su kit para baquetear sobre cualquier objeto en el escenario. Posteriormente Sheehan hizo lo propio, aunque objetivamente fue algo de lo más común y corriente del evento, pues definitivamente el bajista neoyorkino cortó más el aliento en cada una de las canciones que interpretó, que en su intervención solista y es que su peculiar estilo para estructurar las canciones, haciendo gala de su velocidad y técnica, brinda una amplia gama de posibilidades para el lucimiento también de sus compañeros.

Por su parte Kotzen aparte de deleitar con su limpio rasgueo característico por no usar plumilla, también se lució con el órgano Rhodes y obviamente con su voz que reiteradamente emana el tiple de Chris Cornell.

Y fue así que estos perros demostraron lo rabiosos que están, brindando una cátedra de hard rock – funk extremadamente virtuoso. Esta noche cualquier sensación estuvo presente, excepto el aburrimiento.

Hay que anotar que el acto preliminar se trató de otro grande de la voz en el heavy metal latino, Mario Ian, quien con la banda que lleva su nombre deleitó a los hasta ese momento ingresados en el lugar. Algunos que desconocían de su trayectoria quedaron impactados con la ejecución de los argentinos y el carisma que el vocalista tiene.

El ex integrante de Rata Blanca quedó también maravillado con la ejecución de The Winery Dogs y se dio el tiempo para convivir con algunas personas durante el acto estelar, formando también parte del público.

Setlist: Oblivion, Captain Love, We Are One, Hot Streak, How Long, Time Machine, Empire, Fire, Think it Over, The Other Side, Ghost Town, I’m No Angel, Elevate, Regret, Desire



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