Albarracín destaca por la creación de obras llenas de color y sus formatos.. Toma aspectos andaluces y los convierte en temas sociales y en esta ocasión lleva a la reflexión sobre la Semana Santa de Sevilla.
Es una Semana Santa donde destacan las procesiones de diversas cofradías en las que participan miles de sevillanos. Las calles principales del centro se cierran y las horas pasan como pasan los nazarenos fieles a sus imágenes de tamaño considerable que van en tronos decorados con ceras, flores y estructuras metálicas y conducidos con pasos lentos. Son un promedio de sesenta hermandades que tienen sus rutas para llegar a la catedral de Sevilla donde hacen penitencia, en un absoluto silencio o en plena efervescencia musical.
La artista utiliza los códigos del arte barroco para dramatizar sus gestos, emociones, posturas y objetos. Juega con la dimensión altamente teatral de los rituales religiosos para crear imágenes con un poder simbólico poderoso.
En una entrevista para la galería Vallois, la artista señala que para ella fue un verdadero ejercicio de internalización. El elemento de fuego, central en la exposición, es también la representación del fuego interior. De mi fuego interior. Es el símbolo por excelencia de la transformación. Es el final y es el principio. En realidad, toda la exposición se basa en estas oposiciones: blanca/negra, positiva/negativa, y como el fuego incorpora esta dualidad, decidí trabajar con este elemento, explica Albarracín sobre su obra.
Sobre los elementos que aparecen en las obras explica: “ el bordado, por ejemplo, estas obras están inspiradas en sellos y símbolos utilizados en la magia. En el uso moderno, y especialmente en el contexto de la magia del Caos, estos dibujos se refieren a una representación simbólica del deseo de un mago. Para estas piezas, he reunido dos elementos simbólicos: la cruz y el sello. La cruz también se entiende como un sello, pero lo que me interesa en la cruz es su punto de intersección. Por lo tanto, los sellos están en el centro, donde las deidades están representadas normalmente, y contienen algo más personal. Traigo dentro de la misma composición lo divino y lo banal. Lo que me interesa en esta asociación de símbolos es poder pensar en cómo el ser humano utiliza el dibujo en el marco de la magia y cómo las religiones se han apropiado de este aspecto del dibujo. ¡Esa es una parte de mí que no puedo restar de mis obras, por supuesto! Más allá de mi origen español, representó a mucha gente, mujeres, españolas, pero no sólo.
Es cierto que muchas cosas se ven a través del prisma de la tradición y la religión católica aquí en Andalucía. Tradicionalmente, durante la procesión, dos callejones de velas, llevados por penitentes, se organizan de una manera siempre ascendiendo hacia la virgen y la virgen hacia el cielo.. En mis obras, las velas son sostenidas por manos femeninas, con esmaltes de uñas largos, usados hoy por las chicas jóvenes, y cada uña lleva una máscara de una cultura primitiva. Es una forma de trabajar en los rostros católicos las religiones de otras culturas.
Pilar se encuentra trabajando como creadora que es. Sobre el tema del Covid 19 señala que se veía venir. “Aprendida la lección no era normal la vida que llevábamos no me sorprendió mucho lo que hemos pasado”.
Aunque señala que por supuesto que se ha visto envuelta en la tristeza y considera que son tiempos para reflexionar sobre el cuidado del planeta.