Ozzy Osbourne deja los escenarios con una extensa gira que inició en México ante ochenta mil personas dentro del Hell and Heaven Fest, donde el Príncipe de las Tinieblas fungiría como el estelar absoluto, dejando a su público extasiado por verlo en, quizá (ahora sí) su última visita.Fotos de Adrian MUÑOZ
Se Despide De Los Escenarios Ofreciendo Un Gran Show Por Rogelio MATAMOROS / Fotos de Adrian MUÑOZ |
A pesar de que una semana antes se presentó en Florida, Ozzy Osbourne había anunciado desde hace varios meses que su gira de “despedida” No More Tours II comenzaría en la ciudad de México este 5 de mayo en el Festival Hell & Heaven, en el cual, el Príncipe De Las Tinieblas fue uno de los actos principales; por lo tanto la expectativa que se generó a nivel mundial traería a muchos espectadores de diversas nacionalidades para presenciar este principio del fin.
Este día la lluvia había perdonado a los metaleros y con la presentación de Osbourne en su faceta como solista, llegaría también la clausura del festival que en esta ocasión alcanzó épicas dimensiones.
Para nadie es un secreto que desde hace ya muchos años las cualidades vocales del otrora cantante original de Black Sabbath están más que mermadas, pero las exigencias ante la gran empresa en la que el cantante se convirtió, lo han llevado a continuar con su carrera con tal fragilidad que incluso constantemente ha tenido que cancelar presentaciones por el mal estado de su garganta. Entonces, obviamente todo a su alrededor es un aparato de alta precisión, con tiempos y movimientos perfectamente sincronizados y específicamente la banda que lo acompaña se encarga de realizar un trabajo musical excepcional, ante lo que el desempeño del enemigo número uno de las palomas puede constantemente falsear y aun así, ser venerado por sus fieles audiencias.
De tal forma el infernal escenario principal del festival, aguardaba en tinieblas ante la cifra record de más de 80 mil espectadores, cuando por las pantallas comenzó a transmitirse el video introductorio tras el cual Ozzy Osbourne apareció aullando para la luna (que al menos esa noche fue la gran ausente). En medio de tal euforia Ozzy evidenciaba mucha energía y sonrisas constantes.
Como es su costumbre, iba de un lado al otro del escenario vitoreando al público, mientras Zakk Wylde, en la guitarra; Blasko, en el bajo; Tommy Clufetos, baterista y Adam Wakeman, en los teclados (estos dos últimos una mancuerna que acompañó a Ozzy durante sus dos últimas giras con Black Sabbath), se encargaron de que todo funcionara perfecto sobre el escenario.
La gran cruz suspendida al centro del escenario comenzó a proyectar imágenes, flanqueada por columnas de amplificadores mientras emanaban temas clásicos (de la etapa con el legendario Randy Rhoads, para lo que previo a la interpretación del primer solo de guitarra, Wylde se persignó), como “Mr. Crowley” y “I Don´t Know”. Pero para entonces el mal estado vocal de Ozzy era evidente, como también lo es la preocupación que esto le causa.
“Fairies Wear Boots” fue el primer tema de la noche de su etapa con Black Sabbath y para ello Wakeman dejó los teclados y bajò al escenario para tocar la guitarra de acompañamiento, con lo que por primera (y aparentemente última) vez vimos a la banda de Osbourne en esta configuración sobre un estrado. “Suicide Solution” comenzó a dar (más) espacio para el lucimiento de Wylde y con “Road To Nowhere” llegaría el primer momento de relajamiento.
De nuevo llegaría la nostalgia setentera y tras anunciar “War Pigs”, el buen Ozzy también se disculpó por el mal estado de su voz diciendo “sorry for my singing, it is fucked up!” (disculpen mi voz, está ¡”tronada”!). Casualmente fue en este momento en el que Zakk Wylde realizó el más largo de sus solos, extendiéndose desde la mitad de la canción y enlazándose con un medley (popurri) de temas del disco No Rest For The Wicked, ofreciendo “Miracle Man”, “Crazy Babies”, “Desire” y también “Parry Mason” (este último tema perteneciente a Ozzmosis). Pero por si esto aún no fuera suficiente, también Clufetos realizó un solo de batería con lo que la ausencia de Ozzy sobre el escenario ya se habría extendido durante casi veinte minutos.
En medio de espectaculares rayos laser Ozzy regresó para interpretar “I Don´t Want To Change The World”, “Shot In The Dark” (por primera vez en México) y “Crazy Train”. Tras una (ahora sí) breve desaparición, regresó para el encore obligado, con otro momento acústico y emocional interpretando “Mama I´m Coming Home”. Y asì, sin avisar comenzaron a escucharse los acordes de “Paranoid”, el tema epítome de Osbourne a lo largo de sus más de cinco décadas de carrera musical, con lo que sabíamos que esta breve comunión habría terminado.
Los escasos setenta y cinco minutos de esta actuación, quizá por última vez ante sus seguidores mexicanos, dejaron todo muy claro. Que su carrera debe terminar y que el cariño que se le profesa y la nostalgia por su música jamás se extinguirán. Éste fue un inmejorable broche de oro para la doble jornada del ahora legendario festival Hell and Heaven.